El ocurrente Jack Sparrow vuelve a las andadas con la tercera entrega de su trilogía. ¿Hubiera sido mejor que siguiera muerto? "Sigue leyendo" para ver nuestro análisis.
Que todos hemos llegado a cogerle cariño al personaje de Jack Sparrow, o que al menos nos ha hecho reír en alguna ocasión, es un hecho. Por eso, Disney pensó que una trilogía era lo que necesitaba para satisfacer a la legión de fans que se originó con el estreno de Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra.
Es cierto que la primera película pecaba de ciertas cosas a pesar de su indudable encanto. Lo mismo ha pasado con la segunda y tercera entrega.
El defecto más importante en las tres capítulos es su excesiva duración para la historia que se pretende contar. Aún así esto se ve relativamente mermado gracias a la excepcional actuación de Johnny Depp y a las divertidas situaciones en las que el resto de los personajes se ve envuelto.
En el Fin del Mundo nos presenta la historia poco tiempo después del final de la segunda película, con los personajes principales buscando la forma de salvar a Jack del inframundo. Aunque la primera mitad de la película tiene escenas realmente buenas, el espectador que no se sepa al dedillo las dos primeras partes de la trilogía se sentirá un poco perdido. Esto se debe a que los guionistas no se han preocupado lo más mínimo en refrescar la memoria a la mayoría de espectadores que vieron los dos primeros capítulos una sola vez.
No obstante, el auténtico espectáculo comienza en la segunda mitad, con escenas tan buenas como la pelea multitudinaria entre la tripulación de la Perla Negra y el Holandés Errante al borde de un enorme remolino en medio del océano o el esperado cameo de Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, como el padre del capitán Jack.
A pesar de lo elaborado de la historia, cuya sucesión de acontecimientos se acelera a cada segundo que pasa, la variedad de situaciones hace que no se profundice en nuevos personajes que hubieran podido dar más de sí o que salgamos de la sala con la extraña sensación de no haber disfrutado de las excentricidades de Jack o de la tortuosa relación entre Ellisabeth y William tanto como en los otros dos capítulos.
Es una sensación rara pero que no impide que disfrutemos del buen y más que satisfactorio sabor de boca que deja esta tercera entrega. Una película de aventuras, diversión y un poco de amor que ha querido meterse en una historia un poco más épica de lo que estábamos acostumbrados pero sin dejar de lado esos elementos que han convertido esta franquicia en una de las más exitosas de los últimos años.
¿Habrá una cuarta entrega? Quizás la escena que aparece después de los créditos sea una pista de por dónde pueden ir los tiros... o no.
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