De cara a la nueva temporada de series, durante los próximos días os iremos ofreciendo un repaso a algunas de las producciones nacionales e internacionales que más han dado que hablar este año.
La primera de ellas es Perdidos (Lost) y su cuarta temporada. Si no la habéis visto en su totalidad, como es lógico, podéis considerar este artículo un enorme spoiler.
Avisados estáis.
El papelón que tenían los guionistas con esta cuarta temporada era, cuanto menos,
duro y difícil de solucionar. Tras el final de la temporada 3, los losties vivimos uno de los momentos más impactantes y desconcertantes en la historia de la ficción moderna. Todas las ideas preconcebidas que teníamos sobre la serie se desmoronaron al instante: el flashback del capítulo doble no era tal, sino un flashforward. Es decir, una ventana al futuro. Jack y Kate habían salido de la isla y un personaje importante yacía muerto en un ataúd. Muchas preguntas y muchas posibilidades argumentales que debían ser exploradas, dentro de lo que cabe, en una temporada bastante más corta que las anteriores, con huelga de guionistas incluida.
Lo cierto es que J.J. Abrams y compañía han resuelto el entuerto y han salido airosos del desafío que suponía mantener - aunque fuera de una forma aproximada - la excelencia alcanzada con la season finale de la temporada 3.En esta parte de la serie hemos vivido toda clase de emociones. Nos hemos quedado de piedra con La constante, una maravilla de la ciencia-ficción que jamás podremos olvidar; hemos especulado sobre la identidad de los 6 de Oceanic; nos hemos tirado de los pelos por la desesperación y rendido ante la capacidad interpretativa de Michael Emerson cuando Keamy mató a la pobre Alex; nos hemos hecho mil y una
preguntas del tipo "¿por qué Jack enferma?" o "¿qué hace Christian en la casa de Jacob?"; hemos asistido atónitos a la salida de nuestros héroes de la isla y su vuelta a la civilización; pero, sobre todo, se nos ha cortado el riego cuando hemos descubierto la verdad sobre quién era el que reposaba en el ataúd en el flashforward al final de la temporada 3.Haciendo un repaso a estas sensaciones, la verdad es que podemos decir que - por primera vez - comenzamos a tener respuestas a algunas preguntas. Ya sabemos que Ben, de alguna forma, controla el humo negro; o que la organización Dharma, liderada por Charles Widmore, pretende recuperar el control de la isla; al igual que hemos
comenzado a intuir que la isla se encuentra en otra dimensión en el espacio y el tiempo.Y es que, si hay un elemento que se repite a lo largo de esta temporada, ese es la relatividad del tiempo. Ya lo vimos con Desmond en La constante, con los conejitos en el video de La orquídea o con el viaje de Ben al desierto, quien no sabe con certeza en qué año se encuentra. Es posible que esta temporada no sea más que un globo sonda, un preparativo, a las locuras que nos esperan en las dos últimas temporadas.
Sea como fuere, la verdad es que ésta ha sido la temporada más intensa, con momentos que los fans de la serie difícilmente podrán olvidar. Vale que la season finale no fuera tan impactante como la de la anterior, pero mantener la calidad de aquella durante gran parte de estos catorce capítulos puede que sea un logro aún mayor que aquella obra maestra que supuso A través del espejo.
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